• Anosmia e hiposmia

    El término anosmia hace referencia a la ausencia completa de la capacidad olfativa. Si la pérdida no es completa y sólo existe una disfunción parcial del umbral olfativo se define como hiposmia (Ropper AH et al; 2007).

     

    La anosmia puede aparecer en el contexto de algunas patologías congénitas o hereditarias, aunque en general este tipo de anosmia es muy poco frecuente. En estos casos los pacientes refieren no haber olido nunca y tienen dificultad para comprender el concepto de olor. Se pueden distinguir dos grandes categorías: la anosmia congénita asociada a otras patologías sistémicas y las formas aisladas. Existe además, un tipo de anosmia congénita que puede llegar a afectar a varios miembros de una misma familia en sucesivas generaciones llamada anosmia familiar (Soler GM; 2002).

     

    El diagnóstico de la anosmia congénita se basa en la anamnesis dirigida al paciente y la exclusión de otras patologías. Su origen es controvertido: por una parte podría ser debida a la ausencia congénita de epitelio olfatorio, que es reemplazado por epitelio respiratorio durante la embriogénesis de la placoda olfatoria como consecuencia de su desarrollo anormal; y por otra, secundaria a la falta de contacto de las neuronas olfatorias con el bulbo olfatorio por estar éste ausente desde el inicio (como ocurre en el síndrome de Kallmann).

    El síndrome de Kallmann supone la anosmia congénita más frecuente, asociando además rasgos dismórficos y disfunción hipofisaria entre otros signos clínicos; no obstante también podemos encontrar anosmia en otras patologías hereditarias como el síndrome de Refsum y la anosmia familiar (Soler GM (2002).

     

    Sin embargo, a pesar de existir formas hereditarias de anosmia, la causa más frecuente anosmia es la adquirida en el contexto de enfermedades obstructivas de las vías respiratorias, infecciones de las mismas, traumatismos faciales y/o craneoencefálicos, disfunción de la vía olfatoria a nivel central, etc. En general se trata de la anomalía olfatoria más prevalente y a veces pasa inadvertida cuando es unilateral.

     

    Podríamos clasificarla en tres categorías: anosmia de origen nasal, epitelial olfatoria y central y su etiología más habitual suelen ser las enfermedades nasales o paranasales, las infecciones víricas de la vía aérea superior (como la congestión de la mucosa nasal como consecuencia de un resfriado común, que suele ser habitualmente reversible) y las lesiones craneoencefálicas (Ropper AH et al; 2007).

     

    Bibliografía:

    Ropper AH, Brown RH (2007). Trastornos del olfato y el gusto. En: Ropper AH, Brown RH (Eds). Principios de Neurología, (pp 195-202). Méjico: McGraw-Hill Interamericana.

    Soler GM (2002). Anosmia congénita: revision y casos clínicos. Federación Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología, 1: 55-60.