• Síndrome de las lágrimas de cocodrilo

    RESUMEN: El síndrome de las lágrimas de cocodrilo es una secuela de la parálisis facial periférica, en la que se produce una reinervación aberrante de las fibras nerviosas vegetativas del VII par craneal, que tenían que dirigirse a las glándulas salivales, y toman una dirección errónea terminando en las glándulas lacrimales. Por ello los estímulos salivales, como el comer, provocarán secreción de lágrimas unilateral, en el ojo afectado.

     

    Fue descrito por Oppenheim en 1913 pero no fue hasta 1928 cuando se estableció una descripción más detallada por parte de Bogorad, que es al que se le debe su nombre, haciendo referencia al hecho anteriormente conocido en el que se los cocodrilos pueden llorar mientras devoran a su presa. (Garmizo; 1987).

    En algunos estudios se ha descrito como la segunda complicación más frecuente tras una parálisis facial periférica o de Bell, después de las sinquinesias postparalíticas, con una incidencia del 3,9% y como la complicación de aparición más precoz (con un inicio a las ocho semanas de la parálisis facial) (Yamamoto et al; 1988).

    El síndrome de las lágrimas de cocodrilo se produce semanas o meses tras la recuperación de una parálisis facial, en la que las fibras nerviosas pregeniculadas del VII par craneal que tenían que dirigirse a las glándulas salivales toman una dirección errónea y terminan en las glándulas lacrimales. Si ésto se produce el paciente producirá lágrimas en las situaciones en las que debería producir saliva, por ejemplo al comer. Se trata, por tanto, de un reflejo salivo-lacrimal por regeneración aberrante de las fibras parasimpáticas que van a inervar las glándulas lacrimales en vez de las salivales. El ojo contralateral a la parálisis permancerá normal, es decir, no lagrimea al comer sino cuando el paciente quiera expresar esta emoción (Galetta et al; 1999) (Garmizo; 1987).

    El síndrome de las lágrimas de cocodrilo también puede ocurrir por denervación del nervio facial a nivel del ganglio geniculado o por encima de él, o en cualquier punto a lo largo del trayecto del nervio petroso superficial mayor (Galetta et al; 1999).

    Suele ser un trastorno que perdura en el tiempo, incluso permanente, pero también se han visto recuperaciones espontáneas (Garmizo; 1987) y, aunque antes se trataba mediante neuroectomía quirúrgica con o sin anastomosis anatómica, actualmente se están usando tratamientos con toxina botulínica intralacrimal (Galetta et al; 1999).

    También se han descrito casos raros congénitos, unilaterales o bilaterales como ocurre en el Síndrome de Duane. En el diagnóstico diferencial no hay que olvidar otros trastornos de las glándulas lacrimales así como la epífora que se desarrolla de forma muy frecuente tras una debilidad del orbicularis prolongada (Garmizo, 1987).

     

    BIBLIOGRAFÍA

    Galetta SL, May M (1999). The facial nerve and related disorders of the face. En: Neuro-ophthalmology, (pp 293-395). Philadelphia: Lippincott Williams.

    Garmizo G (1987). Crocodile tears syndrome. Journal of the American Optometric Association. Vol 58, number 6.

    Yamamoto E, Nishimura H, Hirono Y (1988). Occurrence of sequelae in Bell´s Palsy. Acta Otolaryngol. Supl 116:93-96.