• Alteraciones del olfato

    El olfato es un sentido especializado en la detección de sustancias cuyo papel funcional es de gran relevancia puesto que permite evaluar de forma constante las cualidades de nuestro entorno convirtiéndose en un mecanismo básico de alerta e interacción con el medio que nos rodea (Finelli PF et al; 2008). Además, posee un papel crítico en nuestra alimentación, ya que junto al sentido del gusto determina el sabor y aroma de los alimentos contribuyendo a una nutrición adecuada y permitiendo detectar aquellos alimentos que nos podrían causar un daño al ingerirlos.

     
    Desde el punto de vista cognitivo, el olfato contribuye al reconocimiento personal y al de nuestro entorno. Todas las personas desprenden un olor característico capaz de ser clasificado y reconocido por el sistema olfatorio (Ropper AH et al; 2007). Este olor corporal puede influir sobre el estado emocional (evocar sensaciones de alegría, de temor, fobias, recuerdos sobre acontecimientos pasados, etc), puede cambiar al enfermar (fetor urémico, hepático, cetónico y etílico entre otros muchos) e incluso tener implicaciones sociales (perfumes, olores desagradables, etc).

     
    Las alteraciones olfatorias se incrementan con la edad y más del 50% de los adultos mayores de 60 años presentan disminución en su capacidad olfatoria sin que este hecho implique patología asociadas (Murphy C et al; 2002). Sin embargo, aunque es mucho menos prevalente que la patología visual y auditiva, la disfunción olfatoria puede llegar a provocar un gran deterioro en el bienestar del individuo (dificultad para detectar olores y alimentos, que pueden llevar a la pérdida de peso y malnutrición, incapacidad para percibir olores potencialmente peligrosos: escapes de gas, alimentos en estado de descomposición, etc) e incluso ser el marcador de inicio de algunas enfermedades neurodegenerativas prevalentes en la población general como la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer entre otras (Hawkes CH; 2003).

    Bibliografía:
    Finelli PF, Mair RG (2008). Disturbances of smell and taste. En: Bradley WG, Daroff RB, Fenichel Gm, Jankovich J (Eds). Neurology in clinical practice, (pp 263-270). Philadelphia: Elsevier.
    Hawkes CH (2003). Olfactory in neurodegenerative disorder. Mov Disord. 18: 364-372.
    Murphy C, Schubert CR, Cruickshanks KJ, Klein BE, Klein R, Nondahl DM (2002). Prevalence of olfactory impairment in older adults. JAMA. 288: 2307-2312.
    Ropper AH, Brown RH (2007). Trastornos del olfato y el gusto. En: Ropper AH, Brown RH (Eds). Principios de Neurología, (pp 195-202). Méjico: McGraw-Hill Interamericana.