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Fecha publicación: 14-03-2016
Autor: Ángel Fernández Díaz

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 Un hallazgo clínico común en nuestra práctica clínica habituales la presencia de pies cavos cuando nos disponemos a explorar a los pacientes. Cuando constatamos la presencia de esta deformidad de la arquitectura del pie, la posibilidad de encontrarnos ante una neuropatía hereditaria es bastante plausible; no obstante, se estima que hasta un 10% de la población puede tener deformidades esqueléticas del pie sin otros hallazgos.
El problema entonces es evidente: ¿cómo decidir o qué elementos de valor podemos utilizar? 

Pues se desprende, según estudios diversos (vide infra), deben considerarse una serie de puntos que señalarían la existencia de una neuropatía subyacente:

La existencia de antecedentes familiares de pies cavos BILATERALES o trastorno de la marcha.
La presencia de pies cavos bilaterales.
Antecedentes personales de fracturas de tobillo y/o huesos del pie en la infancia o adolescencia.
Facilidad para padecer esguinces.
Antecedentes de torpeza motora previa, retraso en el desarrollo psicomotor, o simplemente, ser “siempre el último en las carreras del patio del colegio”.
Existencia de lesiones o úlceras en pies de cuya existencia el paciente no tiene constancia aparente.
Anomalías morfológicas en las piernas (vgr, botella de champán invertida).
Ausencia de o disminución de reflejos miotáticos en extremidades inferiores especialmente.
Presencia de trastornos sensitivos.
La presencia de estos signos debería orientar hacia la existencia de una neuropatía hereditaria subyacente, así como a la realización de las pruebas paraclínicas pertinentes.


Bibliografía
Pes cavus and hereditary neuropathies: when a relationship should be suspected. S. Piazza et al. J Orthopaed Traumatol 2010 11: 195-201.
Inherited neuropathy: clinical over view and update. Klein C. et al. Muscle Nerve. 2013 October ; 48(4): 604–622.