• Tratamiento de la enfermedad de Parkinson Inicial

    El tratamiento inicial de la enfermedad de Parkinson (EP) idealmente debiera tener una vertiente neuroprotectora y otra controladora de los síntomas de la enfermedad. No se dispone en la actualidad de tratamiento neuroprotector. Rasagilina, un fármaco inhibidor del enzima monoaminooxidasa-B (IMAO-B), ha demostrado una modesta capacidad para modificar el curso de la enfermedad, por tanto indicado en la fase inicial de la EP. En la planificación del tratamiento no debe descuidarse el tratamiento no farmacológico. En cuanto al tratamiento sintomático, debe dirigirse tanto a los aspectos motores como a los no motores de la enfermedad. El tratamiento dopaminérgico tiene una capacidad patoplástica en la enfermedad de Parkinson: puede provocar síntomas que inicialmente no son genuinos de la enfermedad, es decir puede cambiar su expresividad clínica. Por ello es necesario un manejo experto de esta enfermedad.

     

    Algoritmo terapéutico

    Consideraciones y recomendaciones

     No se dispone en la actualidad de tratamiento neuroprotector (U).
     No hay evidencia que justifique retrasar el inicio del tratamiento con fármacos dopaminérgicos. El inicio temprano del tratamiento en la enfermedad de Parkinson no está relacionado con una peor evolución.
     No hay un fármaco de primera elección para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson inicial. Esta elección va a depender de las manifestaciones clínicas y estilo de vida del paciente y de la preferencia del enfermo tras haber sido informado de los beneficios y riesgos a corto y largo plazo de los diversos fármacos (U).
     Cuando se vaya a iniciar el tratamiento con agentes dopaminérgicos, se recomienda emplear agonistas dopaminérgicos en casos leves-moderados y levodopa en los casos moderados-graves (U).
     Cuando se vaya a iniciar el tratamiento con agentes dopaminérgicos, se recomienda comenzar con levodopa en los pacientes mayores de 70 años (U).
     La dosis de levodopa debe ser la más baja que permita una buena capacidad funcional con el fin de reducir el desarrollo de complicaciones motoras (A).
     Para evitar los efectos adversos de los agentes dopaminérgicos puede emplearse domperidona antes de cada una de las tomas. Suele haber tolerancia a estos efectos adversos y puede retirarse la domperidona en unas semanas (U).
     Los agonistas dopaminérgicos deben ser titulados de forma progresiva hasta una dosis clínicamente eficaz. Si aparecieran antes efectos adversos puede cambiarse a otro agonista o a otra clase farmacológica (U). 
     Cuando se vaya a prescribir un agonista dopaminérgico, se recomienda emplear agonistas no ergolínicos (U). En casos de emplear un agonista dopaminérgico ergolínico debe hacerse antes un estudio de la función renal, una VSG, una placa de tórax y un ecocardiograma, exploraciones que deberán realizarse posteriormente de forma semestral (U). 
     La experiencia clínica sugiere que los agentes dopaminérgicos (levodopa y agonistas) son más potentes que los inhibidores de la MAO-B para el control de la discapacidad en la EP (U). 
     Amantadina puede emplearse en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson inicial, pero no es un fármaco de primera elección (C).
     Los anticolinérgicos pueden emplearse como tratamiento de inicio, pero típicamente en paciente jóvenes con temblor grave, no siendo fármacos de primera elección debido a su eficacia limitada y a la propensión a provocar efectos adversos neuropsiquiátricos (B).
     Las formulaciones de levodopa de liberación controlada como tratamiento inicial de la enfermedad de Parkinson no retrasan la aparición de complicaciones motoras (A).