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Fecha publicación: 27-11-2013
Autor: Anabel Puente Muñoz

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Desde siempre el ser humano ha intentado comprender el mecanismo por el que sentimos, pensamos o nos relacionamos con nuestro entorno. Todo empieza y termina en la neurona.  Se trata de descender hasta la génesis del potencial de acción en la membrana celular, es decir hasta las bases neurofisiológicas. Solo conociendo cómo funciona el sistema nervioso en condiciones normales, podremos llegar a intuir que es lo que ocurre en situaciones anómalas.


Es de sobra conocida la utilidad de la electroencefalografía, para obtener una visión general de la actividad cerebral, con un importante componente topográfico que nos indica cuando un grupo neuronal no funciona al unísono con el resto y sobre todo cuando esta actividad anómala se difunde hacia toda la corteza. Sin embargo, resulta interesante comprobar cómo reaccionan las distintas áreas cerebrales ante un estímulo. Ya en 1965 Sutton describió, la modificación que se producía en la actividad cerebral al aplicar un estímulo. La aplicación de un estímulo auditivo, somatosensorial o visual, evoca una respuesta o potencial en el área cortical correspondiente a la modalidad sensorial, en un tiempo relativamente corto. De este modo se diferencian los potenciales evocados de latencia corta, en los que las respuestas se evocan en los 10 milisegundos posteriores al estímulo, de los de latencia media y larga, que ocurren en un intervalo de hasta 400 milisegundos. La razón de esta diferencia es el procesamiento mnésico que tiene lugar en los llamados potenciales evocados cognitivos (PEC) o potenciales evocados relacionados con eventos. Actualmente, el más utilizado el P300, obtenido mediante la técnica de “odd ball”, es decir se  presentan al paciente una serie de estímulos (auditivos o visuales) frecuentes e infrecuentes de forma aleatoria y él debe identificar los infrecuentes. Esto genera una deflexión positiva en áreas centroparietales a unos 300 milisegundos del estímulo. Esta técnica encuentra su mayor utilidad en la demencia, considerándose actualmente una técnica de gran sensibilidad para identificar a los pacientes en sus estados más iniciales. Resulta interesante comprobar la importante modulación colinérgica que parecen mostrar estas respuestas. Sustancias anticolinesterásicas (Escopolamina), son capaces de disminuir el potencial evocado e incluso abolirlos, muy probablemente por el efecto que estas sustancias muestran sobre la memoria reciente. Del mismo modo, aquellos fármacos con efecto colinesterásico como la fisostigmina, son capaces de revertir el efecto anterior.
No obstante, también se han utilizado en otras muchas entidades como en la esquizofrenia, en la que muestra una menor amplitud en región temporal izquierda, compatible con estudios que sugieren disfunción en esa área en estos pacientes. En el autismo, en el que se obtienen respuestas de menor amplitud, probablemente relacionado con la diferente atención mostrada ante el estímulo, en la cefalea en la que se comprueba una modificación en el procesamiento cognitivo durante el periodo de dolor y así podríamos seguir enumerando de situaciones en los que muestran su utilidad como el síndrome de korsakoff, la depresión, dislexias, lesiones del sistema límbico, encefalopatías, etc. Incluso se han utilizado en la valoración del estado de conciencia y aproximación al pronóstico de pacientes en estado vegetativo. No obstante, estos estudios se encuentran limitados por la necesidad de que el paciente esté consciente, mantenga la atención y sea capaz de entender las instrucciones con integridad de la memoria de trabajo.
El origen de estas respuestas es un tema controvertido. En su descripción original se consideraba que tenían un origen en regiones frontal, temporal, parietal y sistema límbico, facilitando la conexión de esas áreas, regiones subcorticales como el Locus cerouleus. Actualmente, no se ha avanzado mucho en esta sentido. Los PEC muestran dos componentes básicos. Por un lado la base neural que genera la respuesta y por otro el procesamiento cognitivo. Ambos componentes se suman en tiempo y espacio y evocan el potencial registrado. Por tanto, es difícil definir en qué lugar se origina la respuesta ya que no refleja homogéneamente ninguno de ambos componentes.

En definitiva, los PEC constituyen actualmente una excelente técnica que nos permite acercarnos al funcionamiento del sistema nervioso, de una forma objetiva, pero teñidos por el procesamiento cognitivo del sujeto, con todo lo que ello lleva implícito en cuanto a memoria y atención. La combinación de esta técnica con otras como la MRI, fMRI o PET, ofrece resultados muy esperanzadores para llegar a comprender como se realiza el procesamiento mental del sujeto, acercándonos a la localización y el momento preciso en que tiene lugar.